Como por comer, por que el cuerpo necesita algo de combustible para realizar los próximos movimientos...
pero no me muevo.
Estoy aquí haciendo nada, sin una rutina,
con un horizonte claro pero tan lejano que a veces cierro la ventana para no verlo.
Me muevo pero parece que no,
Me dirijo hacia algún sitio pero si miro al suelo no veo que haya cambiado de baldosa, ni siquiera una...
Vivo aquí pero sigo allá y ya siento la necesidad de respirar esta lluvia, si no lo hago cada gota que cae es equivalente a una lágrima
lágrimas por el presente que no tengo
lágrimas por el futuro y los planes que no vivo
lágrimas por que no me consideren egoísta, aunque en el fondo se q tengo derecho a serlo.
Y más y más agua cae... la cocina me desespera, porque yo ya no tomo las decisiones.
Q me mimen también me parece insoportable, es un insulto a la libertad que tuve y me hacen ver inútil...
Quisiera quebrar esa caja de cristal y empezar a correr, dejar que las heridas por abrir la salida sean curadas en su momento, que mis pulmones se sientan vivos nuevamente emitiendo ruidos, ruidos de placer, ruidos de felicidad, ruidos de vida... ruidos míos, de nadie más y que se escandalice el que quiera, al rato así me dejan en libertad...
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martes, agosto 18, 2009
lunes, agosto 10, 2009
Si estuviera allá
Extraño Salamanca, salir por la Gran Vía, caminar por Calle la Compañía y tener que andar 20 minutos para llegar a la Facultad.
Los colores de la piedra de Villamayor, y las visiones de la Catedral, Rúa Mayor o la Plaza mayor, con toda la gente sentada en medio de un día corriente con suficiente buen clima como para quedarse un rato haciendo nada; todo esto todavía acompaña mi memoria, ojalá fueran verdades.
Extraño la seguridad que tenía, el caminar y caminar porque no sentía necesidad de agarrar un bus para ir a ningún lado que no fuera Aldehuela o El Tormes...
Extraño la gente que conocí allí, extraño tanto las horas que ni siquiera he sido capaz de terminar de desempacar o de cambiarle la hora europea a mi compu.
No quiero.
Si lo hiciera sería aceptar por completo que ya estoy aquí, y eso es algo que todavía no puedo hacer...
Los colores de la piedra de Villamayor, y las visiones de la Catedral, Rúa Mayor o la Plaza mayor, con toda la gente sentada en medio de un día corriente con suficiente buen clima como para quedarse un rato haciendo nada; todo esto todavía acompaña mi memoria, ojalá fueran verdades.
Extraño la seguridad que tenía, el caminar y caminar porque no sentía necesidad de agarrar un bus para ir a ningún lado que no fuera Aldehuela o El Tormes...
Extraño la gente que conocí allí, extraño tanto las horas que ni siquiera he sido capaz de terminar de desempacar o de cambiarle la hora europea a mi compu.
No quiero.
Si lo hiciera sería aceptar por completo que ya estoy aquí, y eso es algo que todavía no puedo hacer...
lunes, agosto 03, 2009
Regresando...
Así como en invierno aprendí a vestirme con la teoría de capas, siento que llegando aquí me quitaron una parte protectora.
No significa que en Europa no exista violencia. Hay violencia en todo el mundo, lo mismo que gente idiota y gente que vale la pena. Sin embargo la cantidad y la calidad están más exacerbadas en esta parte del planeta y es demasiado temprano para sentirme cómoda.
Un año fuera generó tal impacto en mí, que, en este momento, cuando todo a mi alrededor, incluyendo la gente, no cambió gran cosa, me bombardea la cabeza y el alma.
Ya no soy la chiquilla valiente que cruzó el mar para vivir una aventura, que se atrevió a vivir fuera de casa administrando sus cosas y aprendió a cuidarse sola y a negociar con gente desconocida en un piso en Salamanca.
De vuelta sólo soy la que se fue y regresó. La que tiene 27 años y no tiene trabajo, la que, después de la aventura europea, debería de concentrarse en buscar vida... La que todos ven estableciéndose aquí.
En el fondo muchos saben que no tengo intenciones de hacerlo pero insisten en ello, probablemente porque no quieren ponerse a pensar en cómo lidiar con una ausencia de vida de alguien que dejaron escapar por un momento.
No tengo respuesta para muchas de las preguntas que me hacen y retumban en mis oídos. Pero no las tengo porque no es el momento para tenerlas.
Sí tengo planes.
Sí tengo ideas.
Necesito ayuda con lo de la paciencia.
Pero lo cierto es que mi aventura europea no ha terminado y espero que no termine nunca.
Por amor, por crecimiento, por conocimiento y por derecho.
No significa que en Europa no exista violencia. Hay violencia en todo el mundo, lo mismo que gente idiota y gente que vale la pena. Sin embargo la cantidad y la calidad están más exacerbadas en esta parte del planeta y es demasiado temprano para sentirme cómoda.
Un año fuera generó tal impacto en mí, que, en este momento, cuando todo a mi alrededor, incluyendo la gente, no cambió gran cosa, me bombardea la cabeza y el alma.
Ya no soy la chiquilla valiente que cruzó el mar para vivir una aventura, que se atrevió a vivir fuera de casa administrando sus cosas y aprendió a cuidarse sola y a negociar con gente desconocida en un piso en Salamanca.
De vuelta sólo soy la que se fue y regresó. La que tiene 27 años y no tiene trabajo, la que, después de la aventura europea, debería de concentrarse en buscar vida... La que todos ven estableciéndose aquí.
En el fondo muchos saben que no tengo intenciones de hacerlo pero insisten en ello, probablemente porque no quieren ponerse a pensar en cómo lidiar con una ausencia de vida de alguien que dejaron escapar por un momento.
No tengo respuesta para muchas de las preguntas que me hacen y retumban en mis oídos. Pero no las tengo porque no es el momento para tenerlas.
Sí tengo planes.
Sí tengo ideas.
Necesito ayuda con lo de la paciencia.
Pero lo cierto es que mi aventura europea no ha terminado y espero que no termine nunca.
Por amor, por crecimiento, por conocimiento y por derecho.
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