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sábado, julio 07, 2007

Desde mi tienda escucho una mandolina, proviene de la fogata donde todos se han congregado para celebrar el espectáculo que está por comenzar.
Siempre lo hacen, es como un ritual obligatorio que les garantiza que todo va a salir bien, que la gente va a llegar y va a reír cuando deben, lo mismo que asustarse.
Todos me han recibido como si fuera parte de la familia pero yo no sé como llegué ahí y al rato comprendo que realmente no importa, estoy a salvo.
En ese mundo todo es posible y con una suma de dinero se compra fortuna, fantasía, risas, y apertura de mentes. Se aprende a perder el miedo.
Un pequeño mono me lleva de la mano al camerino de la soprano, quiere que tome el té con ella mientras escudriña mi propio mundo, ese... el del desorden, el caos, las modas, las cirugías plásticas, la falta de lectura pero el paraíso de las computadoras personales y los televisores... ¿y la radio?... No.. la radio está pasada de moda, ya nadie le pone atención al menos que sea por internet...
Claro, el mundo de la desatención, del no compromiso, de los anteojos oscuros, de la impersonalidad.
La miro fijamente y le noto un poco arrugada la cara. Tiene asco. Creía que yo iba a ser más interesante supongo. No me queda más que agachar la cabeza y ella lo nota.
El mundo no ha cambiado, me dice. Y la culpa es de todos los que no quisieron complicarse siendo rebeldes.
¿Pero entonces no entiendo porqué estoy acá?
Te caíste de una avioneta que volaba alto por un mar tóxico, no querías el rumbo de esa avioneta y te "caíste" en uno propio... Fue muy arriesgado, pero alguien observaba y con eso compraste 5 días en el circo.

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