Desde la ventana veo llover...
"Afuera de seguro huele a tierra mojada" - pienso.
Y de repente me acuerdo que aún cuando la tierra mojada huele tan rico, en general le huía, porque "¡Cuidado se enferma!".
Todo es más caótico cuando llueve (sobretodo en las calles de Costa Rica) y el corre corre se volvía un hecho real histérico porque había que huírle al agua, aunque la misión sin sombrilla o paraguas fuese llanamente imposible.
Creo que lo que más me pegaba en ese momento era precisamente la prohibición a enfermarse, porque estaba realmente prohibido.
De carajillos, cuando uno estaba en la escuela estaba tan prohibido que el castigo número dos (porque enfermarse no es bonito) era que luego uno tenía que ponerse al día y entregar todas las tareas a tiempo, como si no hubiera faltado nunca y los viruses ya no estuvieran haciendo fiesta por dentro.
Después, en el Cole, la amenaza eran los famosos exámenes (sobretodo los de Bachillerato) -"Vea, cuídese, no se vaya a enfermar que ya vienen los exámenes y usted no puede faltar"
(faltar:no tener futuro::no tener futuro:¿cuál es su familia?)
Y ya el Non-Plus-Ultra de todo: trabajar... sobretodo en un medio de comunicación.
Ahí si es cierto que uno no tiene derecho a enfermarse, porque si uno falta es EL caos, porque nadie más que uno puede hacer las cosas que uno hace, porque... no les daba la gana contratar más gente... lo que -de vuelta al derecho a enfermarte- impedía doblemente enfermarse...
Un par de veces hice radio sin voz... suena paradójico ¿no? Pues es verdad. Lo máximo que conseguí, fue que me dejaran "hablar" sólo 2 veces por hora, cosa que, sumado al aire acondicionado no me devolvió la voz por una semana.
Y yo le huía a la lluvia y le huía al viento y le huía a todo lo que pudiera enfermarme, porque no tenía derecho... Y ¿saben que fue lo primero que hice apenas tuve chance después de renunciar? EMPAPARME DE PIES A CABEZA caminando lentamente por más de 1 kilómetro hasta llegar a la casa, donde todos me dijeron... ¡Ay Ana! Te vas a enfermar...
Pero yo tengo derecho, y también la lluvia tiene derecho a besarme la piel. He dicho.
1 comentario:
¡Muy bien dicho! Además, el asunto de que una se enferma por mojarse, como bien dice Conny Méndez en su libro de Metafísica, es que lo tenemos tan grabado en el inconsciente, que es inevitable, así es que mucho cuidado con lo que a una le dicen, con lo que dice y con lo que piensa. Estoy de acuerdo en que un aguacero se puede dsfrutar. :)
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