Me levanté tonta, con el pelo enredado y el usual dolor de espalda, hay que culpar a los resortes, como siempre.
Me bañé lentamente, sintiendo el roce del agua en todo mi cuerpo, abriendo cada poro, permitiendo una caricia necesaria con intenciones de convertirse en masaje.
Una bota, otra bota, tomo el abrigo y camino sin rumbo. La gente no tiene rostro hoy, la gente habla para el aire pero no para mis oídos... y la música es la misma de ayer.
Hay una brisa leve, algo casi imperceptible, pero que me hace cerrar los ojos y caminar así para prestar atención a todo el mundo que no quiero ver con los ojos abiertos... y así avanzo hasta un acantilado.
No hay más por donde ir así que me siento y espero... el caudal del río murmulla que sabe que no le pongo atención, pero se equivoca, hoy necesito escucharlo y decirle otra verdad: que hay ríos que nacen del mar y no de las montañas. Estos ríos masacran tierras para hacerse su lugar aunque de camino provoquen tempestades. El río se queda callado, quiere que le cuente más. Otro día regreso para sonreír con su inocencia.
1 comentario:
mmmmm muy buen post!!!!
simplemente mmmm... encantador!
Saludos desde su Patria jejejeje cuidese!
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